Al igual que sus nobles ancestros aztecas, los mexicanos de hoy en día mantienen un vínculo muy estrecho, indisoluble con la muerte. La desaparición física es una verdad y una realidad inexorable que comprende a la vida misma, una idea, una conceptualización demasiado arraigada a su sangre y a su ser.
Pero, este es tan solo uno de los tantos aspectos que hace de México un lugar sin igual, realmente incomparable, lleno de tradiciones, de cultura, de mitos y leyendas, de creencias de todas las denominaciones y diversidad natural, lingüística y cultural.
La muerte para los mexicanos
Existe una rica cosmovisión que ronda a la idea de la muerte entre los mexicanos. No es casual que, el Día de Los Muertos haya sido declarado por la Unesco en letras doradas como una fecha que celebra y realza el Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Siguiendo con nuestro viaje hacia la insondable muerte, para los mexicanos es sencillamente algo único e inmenso en su más pura acepción. Como única es también esta Nación, sin duda.
Entender el hecho de un fallecimiento y sus posibles consecuencias es un hecho vital para cada ciudadano mexicano.
Es, entonces, cuando se cae en cuenta de que México no es solo es tradición que celebra a la santa muerte vistiéndola de catrina,o bien disfrutando de su representación gastronómica en los llamados y sabrosos “alfeñiques” durante el trascurso del Día de Los Muertos.
Se trata de un tema que inspira e invita a la ensoñación y a la creatividad más enérgica y potente, plasmada en una multiplicidad de manifestaciones artísticas y culturales. Sin embargo, no deja de ser una tragedia y se llora, se sufre con miedo irracional, como en todas partes donde exista algún ser humano vivo.
El Día de Los Muertos
Al hablar de la muerte y de su trasfondo emocional, no se puede tocar a la tierra azteca sin mencionar a la famosa conmemoración del Día de Los Muertos. Se trata de una celebración que se realiza a lo largo y ancho del país durante los dos primeros días del mes de noviembre de cada año.
Se trata de una de la tradiciones más representativas y destacadas de México, en la cual se intercambian los roles: es decir, ya no se trata de despedirlos, sino que, los vivos se preparan para recibir a sus muertos y convivir de nuevo con ellos.
Surgimiento de la tradición
El origen de esta tradición de alabanza a los muertos se remonta a un período incluso primario a la Conquista española de México. El Día de Los Muertos se celebra desde mucho antes de la llegada de Hernán Cortés.
Para los aztecas primordiales, la muerte era el inicio de un inexorable viaje hacia el inframundo, llamado Mictlán, es decir el reino de los muertos, y no tenía la connotación moral que le dio la Iglesia Católica en su momento, en la cual la idea de infierno o paraíso prefigura a un castigo o a un premio.
Para los antiguos pobladores del suelo que vio nacer a caciques Náhuatl, en el centro, a los mayas, en la Península de Yucatán, a los zapotecas, diseminados por los valles, el istmo y la Sierra y a los Ñuusávi, provenientes de la región mixteca, el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de muerte, así como también por la evaluación justa de su comportamiento en vida.
Remembranzas
Entre el 1 y el 2 de noviembre de cada año se recuerda a los muertos en México. El día 1 de noviembre corresponde al de Todos los Santos, y el día 2 al de los Fieles Difuntos.
Se realizan rezos y oraciones, pero además en ciertas regiones del país, se pernocta con los muertos en los cementerios. Al terminar la celebración, aparece una mesa colmada de deliciosos platillos y bebidas para acompañar a la ofrenda.
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