La muerte física de un ser querido trae consigo a un período ineluctable de duelo con el que deben lidiar todos los allegados que le sobreviven. Además de lo emocional, es posible que este periplo por las diferentes fases del duelo conlleve a una serie de complicaciones y trastornos de orden físico.
Y es natural, ya que es imposible separar a la mente del cuerpo. Ambos conforman a una unidad indivisible y no se puede atender a una parte descuidando la otra.
El cuerpo ante el duelo
A nivel fisiológico el duelo es también sinónimo de estrés, de manera que el proceso a largo plazo vendrá acompañado de una serie de sensaciones y una sintomatología que se refleja directamente en el cuerpo.
Otras de las afecciones físicas más frecuentes que sobrevienen durante un duelo tienen que ver con la alimentación, tanto por la pérdida de apetito, como por el sobrepeso.
En muchos casos, el deudo pierde significativamente su peso, sin saber a ciencia cierta qué es lo que causa su inapetencia, sin que haya hecho algo para causarla. Sin embargo, la razón esencial es que, el propio proceso de elaboración del duelo necesita de una energía interna que consume muchísimos recursos.
Cambios bruscos de peso durante el duelo
El aumento o disminución intempestiva de peso puede obedecer a dos razones fundamentales. En primer lugar, puede deberse a la reacción de la persona tras el duro golpe asestado por la muerte de un amigo cercano o familiar.
En este estadio de cosas, puede comenzar a desarrollarse un franco desajuste fisiológico que explique estos cambios bruscos de peso. Cuando ello ocurre de manera tan significativa, lo mejor y más recomendable es acudir a consulta médica. Es el médico quien, finalmente, evaluará y dará su opinión.
Por otra parte, puede ser que la comida esté siendo mal utilizada como regulador del estado de ánimo, por tanto, se recurre a comer en demasía en momentos de mayor agobio y ansiedad, o ante alguna otra emoción en específico.
Del mismo modo, durante el proceso de duelo, sobre todo al principio, no es común preocuparse por los alimentos que se ingieren. Por tanto, se tiende a comer mal y a deshoras, lo que también conlleva al descontrol del peso.
Síntomas físicos del duelo
Como ya hemos apuntado, el duelo puede derivar en una sintomatología más o menos compleja de tratar. Es muy frecuente que el deudo experimente sensaciones diversas y poco específicas, tales como pueden ser las cefaleas tensionales, o bien complicaciones gastrointestinales.
No obstante, se sabe que todas ellas se relacionan directamente con el enorme esfuerzo que realiza el organismo humano para afrontar la dura situación, y que son, a fin de cuentas, sensaciones normales descritas en cualquier diagnóstico.
Sin embargo, contrario a lo que se cree, esto no significa que las mismas deban pasarse por alto.
Más bien, la persona afectada por la muerte de un ser querido debe autocuidarse sin alarma, y llamar por su nombre a todas esas sensaciones y advertencias que hace el cuerpo de que algo no anda del todo bien.
Complicaciones físicas graves durante el proceso de duelo
Si bien algunas complicaciones que se derivan de un proceso de duelo pueden ser catalogadas como normales, estas también pueden ser muy intensas y complejas. Por ejemplo, pueden aparecer la ansiedad y los ataques de pánico, mareos y fuertes somatizaciones físicas.
Este tipo de somatizaciones se evidencian cuando no se atiende de la manera más adecuada al propio proceso interno, tanto emocional como cognitivo. Es este y no otro el único recurso con que cuenta el organismo para alarmar a la persona acerca de lo que está sucediendo.
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