La muerte es siempre algo muy difícil de afrontar y de entender. Sobre todo, si esta ocurre en suelo ajeno, la repatriación del cadáver resulta en una tarea titánica para las compañías aseguradoras pues, es este uno de los trámites más complejos de llevar a cabo.
Y es que, realmente, este tipo de gestiones conllevan tras de sí a una gran cantidad de requisitos que deben cumplirse a cabalidad y no soslayar, mismos que varían según el país donde haya sucedido el deceso.
Repatriación de viajeros por fallecimiento
En el caso de los españoles fallecidos allende sus fronteras, por ejemplo, la ya alta complejidad de por sí del proceso girará en torno de la razón de la muerte de la persona.
Asimismo, a una serie de requisitos legales del país donde ocurrió el hecho fatal, incluso es posible que soliciten la práctica de una autopsia para emitir el certificado de defunción.
No obstante, para poder solucionar todos estos entuertos de tipo legal, en líneas generales, la mayoría de las compañías de seguros cuentan con un grupo de colaboradores quienes comparten una red funeraria a nivel mundial.
Es así que, en el momento cuando un español muere en otro país distinto al suyo, un médico residente en la Nación de destino es quien debe certificar la baja y asegurarse de que la causa de esta no se haya producido por efecto de una enfermedad contagiosa, ya que, en este caso, las gestiones y trámites aumentan.
Después de certificada la muerte de la persona, el cónsul español o embajador de turno registra el deceso en los libros contables de la embajada de España que funcione en el país de destino.
Ahora bien, si se da el caso de que el país no se encuentre representado diplomáticamente en el lugar de los funestos acontecimientos, el proceso se volverá mucho más engorroso y lento.
Si ello ocurre, entonces, el cónsul español más cercano deberá hacer acto de presencia para subsanar todas las particularidades que requiera el caso. También, y dependiendo del motivo del fallecimiento, es posible que se llame a una persona familiar o cercana al occiso para que atestigüe y de fe del procedimiento de repatriación del cadáver.
El traslado
Una vez superada toda esta serie de trámites y de gestiones de carácter administrativo, se procede al traslado del cadáver bajo varias condiciones que aplican para tal fin.
En primera instancia, la urna mortuoria donde reposan los restos del fallecido debe ser una elaborada en material de zinc y estar debidamente sellada herméticamente. Por cierto, este procedimiento deberá estar certificado y firmado por el propio cónsul o embajador.
El cuerpo inerte transitará hasta su lugar de origen, en este caso, hacia tierras españolas, junto con el equipaje de la bodega de cualquier avión regular o de carga, siempre atendiendo a la distancia del trayecto y a las opciones disponibles en el momento.
En el caso de que el occiso haya sido cremado, la urna contentiva de sus cenizas podrá ser llevada sin problemas en la cabina a modo de equipaje de mano, o bien ir en la bodega en el caso de que no haya alguien capaz de hacerse cargo de ella durante el viaje.
Finalmente, la tramitación de todo el papeleo concerniente a una repatriación hacia España por parte de la compañía de seguros se cierra con la llegada al lugar de inhumación que se haya escogido en la Península ibérica.
Costes de la repatriación
El precio promedio de una repatriación hacia España representa a unos 2.000 euros.
Sin embargo, si las condiciones son adversas y se requiere de un helicóptero, por ejemplo, para rescatar a los restos de la persona fallecida, entonces, el importe puede llegar a incrementarse hasta en unos 8.000 euros, dependiendo, claro está, del país de donde venga.
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