Todos nacemos y sabemos que, algún día, tanto nosotros como nuestros seres queridos pasarán a otro plano. Es natural y, sin embargo, algo para lo que nunca estaremos completamente preparados para afrontar y gestionar a posteriori.
Más aún si se trata de la pérdida física de un hijo. Es este uno de los acontecimientos más funestos y dolorosos que una persona puede llegar a padecer. Una de las situaciones, sin duda, más estresantes y que generan un enorme impacto a nivel personal y emocional.
Todos nuestros proyectos a futuro, nuestros sueños y anhelos se interrumpen de súbito y se produce un gran desequilibrio en nuestra vida. Todas las expectativas que teníamos cambian con la pérdida de un hijo. Además de ello, aparecen reacciones emocionales sumamente intensas, tales como la tristeza, la culpa, la rabia y el miedo.
Cómo gestionar y afrontar emocionalmente la muerte de un hijo
Cuando un hijo se va para siempre sentimos que la vida se nos va con él. No es algo sencillo de superar. Para nada.
Para trascender la muerte de un hijo se debe pasar por un proceso de duelo natural, aunque, de hecho, mucho más intenso, por lo que se hará necesario comprender su complejidad, sus fases y las reacciones emocionales implícitas en él.
En este sentido, se debe comenzar (aunque cueste y duela a lo profundo del corazón) por la aceptación de la muerte y sus circunstancias, la creación de nuevas proyecciones a futuro y la estabilización de la intensidad de los sentimientos tan convulsos producidos por la pérdida.
El momento de la aceptación
Un padre o una madre que ha perdido a un hijo se pregunta cómo aprender a gestionar un dolor tan inmenso ante la pérdida de una persona nacida de su propio ser; cómo es posible que eso hay ocurrido, cómo es posible tanto dolor, qué se puede hacer en esas situaciones.
En este caso, no existe respuesta convincente que ayude a disminuir el amargo dolor. Frente a ello, el padre o la madre también deberán aceptar el no poder dar respuesta a estos interrogantes y reflexionar acerca de si la respuesta a esta pregunta ayudaría a paliar la tristeza.
La primera dificultad que deben afrontar los padres que han sufrido la pérdida de un hijo es la aceptación de la realidad de la muerte. En esta etapa del proceso de duelo, deben tomar conciencia del carácter irreversible del fallecimiento y batallar hasta lograr adaptarse a la situación, tanto intelectual como emocionalmente, algo que, sin embargo, puede resultar muy difícil.
Trabajo de las emociones y del dolor
Con tal de hacerle frente al dolor que sobreviene tras una pérdida tan aciaga como puede ser la de un hijo, se hace necesario realizar un trabajo exhaustivo con las emociones que esta ha suscitado. La realidad es que, frente a la muerte se experimentan sentimientos encontrados y muy intensos tales como la tristeza y la culpa, entre otros.
La primera permanecerá incólume durante muchísimo tiempo, tal vez para siempre. Evitar la tristeza no será una señal de superación, al contrario, no debe ser escondida ni ignorada, pues si se fuerza, tarde o temprano volverá a aparecer.
Por otra parte, después de la muerte de un hijo lloverán una infinidad de preguntas y aparecerá el sentimiento de culpa. Uno que se vincula directamente con el hecho de seguir viviendo mientras una persona tan importante se ha ido hacia las estrellas.
Por otro lado, es necesario tener en cuenta que, a medida que avance el proceso de duelo, habrá días mejores que otros, y es bueno saber que la alegría no significa una traición hacia el ser nacido de nuestras entrañas. Hay que permitirse vivir estos buenos momentos. Es lo más sano.
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